jueves, 24 de mayo de 2012

Los Brincos

La música pop española tiene episodios de luz que bien pueden usarse para contrarrestar los argumentos de aquellos que prefieren hurgar más en las sombras. Es verdad que, desde que tengo uso de razón, nuestro catálogo fonográfico patrio se ha visto salpicado con demasiada frecuencia de intérpretes y labores que deberían ruborizar hasta al consumidor más despreocupado, y que, peor aún, muchos de estos artistas y sus desatinos musicales han pasado como grandes proezas a través de público y —sí— crítica. Pero hay una evidencia para avalar la inexplicable buena salud de la escena musical de los 60 en una España enferma de dictadura, moral ultracatólica y represión: Los Brincos.

En realidad, todo empezó a mediados de los 50 y en esto hay que reconocer el mérito de unos universitarios educados en familias burguesas de los barrios bien de Madrid que, desafiando la iracunda reacción de sus padres ante la mera imagen de una guitarra, aunque fuera española, no se resistieron al encanto de las brisas de rock 'n' roll que se filtraban por nuestras fronteras. El relativo éxito de una aventura musical que vino a llamarse Los Estudiantes no cuajó hasta 1959, cuando Fernando Arbex, que entonces tenía 18 años, logró incorporarse a la banda como batería. Entre 1959 y 1964, Los Estudiantes grabaron tres EPs para Philips que les acreditan como el grupo pionero del rock 'n' roll español por excelencia, pero la fatídica muerte de Luis Arbex, hermano de Fernando que se había unido con él a la formación definitiva, puso punto y final a su historia.

La visión comercial de Luis Sartorius, otro ex-miembro de Los Estudiantes, resultó ser el complemento ideal al entusiasmo rockero de Fernando Arbex. Sartorius, ahora como director artístico de Philips, maduraba la idea de unos Beatles españoles con porte hispánico que hiciera más digerible la influencia de la British Invasion en nuestro territorio. Y Fernando no tardó en encontrar un socio en Juan Pardo, ex-cantante de Los Pekenikes, feroz competencia de Los Estudiantes en el pasado y que acabarían apadrinando en España el rock instrumental al estilo de The Shadows o The Ventures. Un contacto llevó a otro, y el siguiente miembro en unirse al combo, Antonio Morales 'Junior', venía también de cantar en Los Pekenikes. Por último, el puesto de bajista lo ocupó Manuel González, ex-miembro de The Blue Shadows cuyo nombre ya se había barajado antes como posible sustituto de Luis Arbex en el caso de que Los Estudiantes hubieran seguido existiendo. Cuando parecía que todos estaban de acuerdo en adoptar el nombre de "Las Ovejas Negras", llegó Rosa, hermana de Fernando, con el de "Los Brincos". La intuición femenina dio con un nombre más adecuado, que incluso podría tener proyección internacional, algo que Sartorius no descartaba en un proyecto con imagen, talento y un envidiable conocimiento del pop, el rock y el R&B que llegaban de América y Reino Unido.

Luis Sartorius facilitó los contactos con Decca, representada en España por Columbia, y con Novola, una división de Zafiro con la que finalmente decidieron firmar. En Novola, como así sugería su nombre, apostaban por la nueva ola nacional (el término ya se había acuñado entonces) y eso inspiraba confianza en la banda. En aquella época, los beneficios significativos de las discográficas eran generados por el catálogo extranjero, por lo que no se solía invertir mucho en producto español, pero la recién creada compañía sí estaba por la labor. Sin embargo, Luis Sartorius no llegaría a ver materializada su idea, ya que falleció en un accidente de coche antes de que Los Brincos grabaran siquiera su primer single. Un segundo varapalo emocional que, sumado a la muerte del hermano de Fernando, pudo haber sido un obstáculo serio en el desarrollo del proyecto si no fuera porque la maquinaria de Los Brincos se había puesto ya en marcha inexorablemente. Y el combustible de aquel motor lo ponía el talento de cuatro jóvenes cargados de energía.

Apareció oportunamente la figura de Maryní Callejo, una mujer en un mundo de hombres que figuraba ya entre los tres productores más importantes del país junto a Alain Milhaud y Rafael Trabuchelli. Callejo, que trabajaba como directora artística y arreglista en Zafiro, fue la productora de Los Brincos, supervisando los arreglos y las grabaciones, y poniendo un poco de ortodoxia allá donde surgía algún desafine. La banda siempre quiso estar al mando de su repertorio y su estilo, pero la dirección y el trabajo de Maryní fueron respetados en todo momento. Nunca aceptaron, no obstante, ser sustituidos por músicos de sesión en el estudio, algo que entonces solía ser imposición de las discográficas. Además, su sonido era simple y directo, apenas las voces, guitarras, bajo, batería y arreglos puntuales de órgano o piano. En cuanto a la imagen, se pretendía crear un equivalente español a The Beatles, para lo que se echó mano de algunos elementos añadidos —quizá de manera un tanto afectada— como las capas y los zapatos con cascabeles. No sé, empero, qué relación tienen los zapatos con cascabeles con rasgo alguno definitorio de lo español ni a quien culpar de aquella extravagancia innecesaria, pero, en cualquier caso, el atavío no se usó demasiado tiempo y, afortunadamente, no caló en las inquietudes modernas de la juventud española.

Jóvenes, ¿a qué tuna pertenecen?
Antes del lanzamiento del primer LP, Novola fue desgranando parte de su contenido con la publicación de una serie de singles y EPs donde aparecían canciones como Flamenco, que llegó a ser nº 1 en las listas nacionales, o Dance The Pulga, un tema de Los Estudiantes rescatado con acierto para Los Brincos. La promoción incluía un reportaje para TVE titulado Así se forma un conjunto, que registraba el nacimiento del grupo y ponía de manifiesto, una vez más, la inspiración que Fernando Arbex y sus compañeros encontraron en el cuarteto de Liverpool y las producciones de Brian Epstein. A finales de 1964 se publicó Los Brincos, orgullo del pop español que arranca con la rabiosa Dance The Pulga y alterna grandes baladas como Nila o Cry con maravillas merseybeat a medio tiempo como I'm Not Bad o I Can't Make It, y también con trallazos garajeros como What's The Matter With You o Shag It. Además, el éxito Flamenco y Bye Bye Chiquilla añaden un extra de chulería y desvergüenza juveniles a una obra que cambia de velocidad cuando llega el momento de mostrar un registro más dulce con la misma audacia con la que irrumpe de nuevo en ataques eléctricos y gritos descarnados. Comercialmente, el disco funcionó de maravilla, lo que despertó el entusiasmo de otras compañías por el producto español, como ocurrió con Columbia, que fichó a Los Bravos, o con Barclay lanzando a Los Canarios.

Looking back on those days
 El segundo álbum de Los Brincos (al que ahora se suele llamar Los Brincos II, pero que, en realidad, se llamó a la sazón igual que el primero, Los Brincos) se grabó en Milán, buscando una mayor calidad de sonido que permitiera al grupo competir en el mercado internacional. Novola lo publicó en 1966, después de adelantos en forma de singles y EPs, como hiciera con el primer LP. Para evitar hablar aquí de estupideces como evolución o madurez, sólo diré que el segundo disco de Los Brincos arranca con una de las mejores canciones firmadas por un grupo español jamás, y que su sonido, su progresión de acordes y sus armonías vocales demostraban que el debut discográfico de 1964 no les había dejado sin ideas. Mejor es una canción perfecta, una de esas gemas que aparecen una vez cada muchos años y que quedan registradas como banda sonora en las vidas de toda una generación de almas. Le acompañan otras maravillas como Lo Que Yo Quiero, Tú Me Dijiste Adiós, Piccole Cose, Sola, Tú En Mí o Borracho, que, como Mejor, llegó a ser nº 1.

Sin embargo, la conquista del mercado internacional no llegaría, a pesar de los esfuerzos por conseguirlo. El grupo graba sus temas más exitosos en italiano y francés, además de las canciones originales en inglés de su repertorio, pero apenas logran algunas menciones en medios especializados. En el ámbito nacional, aún habiendo abierto un nuevo escenario en el paisaje del pop nacional, desatando pasiones como nunca antes había ocurrido, no alcanzaron nunca el nivel de popularidad de Los Bravos, quienes incluso llegaron a tener un nº 2 en UK y nº 4 en USA con Black Is Black, en 1966. Además, su actitud un tanto despreocupada con los fans y el inusual ruido que solían exhibir en sus conciertos les hicieron ganarse críticas negativas entre un público y unos medios que no estaban acostumbrados a semejante jactancia punk.

El punto de inflexión que separa las dos épocas de Los Brincos estuvo marcado por la competencia interna entre Juan Pardo y Fernando Arbex, dos líderes con tendencia a rivalizar. Pardo, viendo que Arbex no estaba dispuesto a abandonar el grupo y que tampoco era posible disolver la formación para seguir usando el nombre de Los Brincos sin el consentimiento de todos los miembros originales —como la autoría de las canciones, el nombre era propiedad de todos ellos—, encontró en Junior un compañero de viaje con el que emprender una nueva aventura a la que llamaron Juan & Junior. Tras la marcha de ambos, Fernando llamó a Vicente Ramírez y Ricky Morales, hermano de Junior, para ocupar sus puestos. Con la nueva formación grabaron un LP en Londres que, bajo el título de Contrabando, Novola publicó en 1968. El álbum contiene algunos momentos brillantes, como El Pasaporte, The Train —construido alrededor de un riff de guitarra claramente (descaradamente) inspirado en el de Substitute, de The Who— o Nadie Te Quiere Ya. El tema estrella, sin embargo, sería Lola, el último nº 1 de Los Brincos.

En 1970, Novola aún publicaría un LP más, grabado también en Londres: Mundo, Demonio y Carne, un álbum en el que Fernando Arbex puso todo su entusiasmo y en el que se pretendía dar un giro a la música de la banda hacia terrenos progresivos y psicodélicos, en unos tiempos en los que el sonido beat ya se veía como algo del pasado. Se grabó también una edición especial íntegramente en inglés, pensando en la posibilidad de una acogida positiva en el mercado internacional. En España, no obstante, no se entendió el cambio de estilo de un grupo que tenía al público acostumbrado a otro tipo de canciones. Consecuentemente, el disco supuso un descalabro comercial y ese fue el final de la carrera de Los Brincos.

Fernando Arbex continuaría con su incansable dedicación a la música, formando dos grupos importantes en la escena nacional de los 70: Alacrán y Barrabás. Este último obtuvo un significativo reconocimiento internacional, especialmente en USA, Canadá y Alemania.

Fernando falleció el 5 de julio de 2003 a la edad de 62 años.

Los Brincos - Mejor (1966)

sábado, 21 de abril de 2012

Bad Penny Blues

Cathi Unsworth es una escritora londinense que empezó su carrera a los 19 años, trabajando para la revista musical Sounds. También ha colaborado como escritora y editora con otras muchas publicaciones dedicadas a la música, el cine y las artes, como Bizarre, Melody Maker, Mojo, Uncut, Volume y Deadline. Desde 2005 hasta la fecha ha escrito cuatro novelas: The Not Knowing (2005), London Noir (2006), The Singer (2007) y Bad Penny Blues (2010), que es la que aquí me ocupa.

El agente de policía Pete Bradley, que sueña con un ascenso, descubre el cadáver de una joven durante un rutinario turno de noche. La mujer, que trabajaba como prostituta, había sido estrangulada y su cuerpo, abandonado en la ribera del Támesis. La chica es la primera víctima de una serie de ocho asesinatos (crímenes que la policía no pudo resolver, acaecidos en la vida real en el Londres de principio de los años 60 y conocidos como el caso de 'Jack the Stripper'). La búsqueda del asesino lleva a Bradley a las entrañas del Soho londinense.

Mientras tanto, Stella Reade, una joven promesa del diseño de moda, sufre unas terribles pesadillas que le traen imágenes de las últimas horas de las jóvenes asesinadas.

El swinging London se muestra en el libro en todo su esplendor de colores, de multiculturalidad y diversidad urbana. Bad Penny Blues constituye un himno  de exaltación a la ciudad tal y como era en aquellos años, y tiene como núcleo principal una enrevesada trama de misterio. La historia está salpicada, además, de interesantes retratos como el del productor Joe Meek, Screaming Lord Sutch, la artista Pauline Boty, el policía Harold Challenor y muchos otros.

Los asesinatos desataron la mayor búsqueda de la historia de la Policía Metropolitana y, sin embargo, el asesino nunca fue encontrado. La novela no trata de resolver el misterio, sino, como la propia autora afirma, de "crear un universo paralelo donde se ofrece una explicación que liga una serie de intrigantes coincidencias halladas durante el curso de mi investigación".

Con una atmósfera auténtica y muy evocadora, los títulos de los capítulos de la novela, a modo de títulos de canciones, aportan una banda sonora a la trama que subrayan su emoción e intensidad.
Cathy Unsworth, sin la menor sombra de duda


La próxima novela de Cathi Unsworth, Weirdo, será publicada por Serpent's Tail en julio de 2012.
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UNSWORTH, Cathi. Bad Penny Blues. Londres: Serpent's Tail, 2009. 448p.

domingo, 1 de abril de 2012

The Bad Boys - Love / Black Olives

Antes de rebautizar a la banda con el nombre de Flavor, The Bad Boys firmaron esta joya punk garage en 1966, para lo que contaron con la producción de Charlie Daniels. A los aficionados al country les dirá mucho este nombre, ya que Daniels se convertiría después en estrella de ese género. The Bad Boys venían de Frederick, Maryland, cerca de Washington DC, y a su influencia del R&B se sumaban el gusto por el sonido punk de las guitarras —un estilo que, desde luego, no es exclusivo de los 70, como queda probado en este blog— y unas voces rabiosamente soul.

Daniels, además de ocuparse del sonido y la producción del single, grabó el bajo juguetón —solo incluido— en Black Olives, un tema montado a partir de un riff improvisado de guitarra y que, ciertamente, fue la respuesta al Green Onions de Booker T & The MG's. En la cara A, sin embargo, el bajo eléctrico parece ser sustituido por las líneas de mano izquierda al órgano Lowrey de Gary St. Clair, también a cargo de la voz principal. El resto de la formación eran el batería Danny Conway y el guitarrista Demetri Callas. Love y Black Olives se grabaron en Louisville, Kentucky.

Paula Records, una de las dos filiales de Jewel Records, la discográfica de Stan Lewis, publicó el single en 1966. A pesar del nombre de la banda y el título de la canción, Love es una de mis referencias imprescindibles de la escena garajera americana de los 60 y nunca faltará en ninguno de mis sets. Las guitarras afiladas, la magnífica voz de St. Clair y el beat implacable de la batería, con esos acentos de bombo en el estribillo, contribuyen lo suyo a hacerla irresistible.

Como he mencionado arriba, The Bad Boys cambiaron su nombre por el de Flavor a finales de los 60, época en la que grabaron para Columbia la magnífica Sally Had A Party, probablemente su éxito más significativo en este periodo. Tras hacerse con las grabaciones originales para Columbia en 2007, Sony publicó un CD con el título Flavor. Sally Had A Party, donde se recogen los 6 temas de los 3 singles publicados por Columbia junto con material inédito, incluyendo una versión 'groovy' de Love y varios covers como Dancing In The Street de Martha and The Vandellas, Treat Her Right de Roy Head o Louie Louie de Richard Berry.

Desgraciadamente, Danny Conway se suicidó en 1987. Demetri Callas y Gary St. Clair aún siguen an activo, este último como reputado productor y propietario de un estudio de grabación en California y de la discográfica independiente Dynatone Records. Charlie Daniels alcanzó la fama como cantante y compositor de música country.

The Bad Boys - Love


The Bad Boys - Black Olives

domingo, 4 de marzo de 2012

The Sparkles

La prolífica escena tejana de garaje y psicodelia en los 60 tiene el honor de contar con The Sparkles entre las numerosas e interesantes bandas que albergó. En realidad, el grupo se formó en 1957 y un año más tarde ya estaban grabando para el mismísimo Norman Petty, productor de muchas de las mejores grabaciones de Buddy Holly. Esta primera grabación, sin embargo, nunca sería publicada y su debut discográfico no llegaría hasta 1962. Decididos a ganarse la vida con la música, no dedicaron su tiempo sino a ensayar, actuar y grabar, mientras que la mayoría de las bandas de su época tenían que recurrir a trabajos complementarios para sobrevivir.

Lucky Floyd: "Me llaman 'Lucky'"
La primera formación de The Sparkles se fundó en Levelland con Stanley Smith y Carl Huckaby a las guitarras, Bob Donnell al bajo, Johnny Waller al piano, Gary Blakey a la batería y los hermanos saxofonistas Guy y Jesse Balew. Después de aquella primera grabación con Norman Petty, la formación sufriría sucesivos cambios —algo relativamente normal por entonces—, aunque, durante esta primera época, siempre alrededor de un núcleo estable constituido por Smith, Blakey y el guitarrista Charlie Hatchett. Su primer single, U. T., fue publicado por el pequeño sello discográfico Caron, pero tuvo una nula repercusión comercial. Hatchett y Blakey abandonaron para formar The Raiders, así que Smith reclutó al cantante y batería Harold "Lucky" Floyd, el guitarrista Donnie Roberts y el bajista Bobby Smith. Por esta época, la banda se hizo muy popular en la zona oeste de Texas, actuando con frecuencia en salas de la ciudad de Lubbock, donde se habían establecido. Aún hoy, muchos consideran a The Sparkles como la mejor banda de rock que Lubbock haya tenido hasta nuestros días.

Corría el año 1965 y algunos desacuerdos en el seno del grupo hicieron que Stanley Smith, único miembro restante de la formación original, y Donnie Roberts se marcharan, por lo que que Lucky Floyd y Bobby Smith buscaron nuevos músicos con los que completar la que sería ya la formación definitiva de The Sparkles hasta finales de los 60. Los nuevos miembros eran los guitarristas Gary P. Nunn y Louie Holt, y el batería Jimmy Marriott. La banda tenía ahora dos baterías —lo que no era nada común en los 60, desde luego—, con Floyd encargándose también de la voz principal. De la mano de Larry Parks, batería de Roy Orbison, en el papel de productor, firmarían un contrato con Hickory Records. La compañía publicó en 1966 el single The Hip, que tendría una sobresaliente repercusión en Austin, y el grupo se convirtió en referencia musical imprescindible entre los universitarios de la ciudad. Unos meses después se publicaron Something That You Said y Jack And The Beanstalk.

The Sparkles hacia 1966: Nunn, Marriott, Smith, Floyd, Holt

En 1967, The Sparkles grabaron la que se considera su obra maestra, No Friend Of Mine, una soberbia pieza de rock garajero construida a base de guitarras iracundas y la voz desgarrada de Lucky Floyd. El tema se incluiría posteriormente en la colección Nuggets (reedición en caja de 4 CD por Sire, 1998), en Pebbles, Vol. 1 (cuya edición limitada original por Mastercharge Records data de 1978) y en Songs We Taught The Fuzztones (Way Back Records, 1993), entre otras recopilaciones de garaje y psicodelia. Al año siguiente, Hickory publicó Hipsville 29 B. C., otro trallazo por el que tengo particular debilidad y que procuro pinchar siempre en toda fiesta donde me den la oportunidad de ponerme tras los platos.

Desgraciadamente, Nunn y Holt dejaron la banda en 1968, por lo que Marriott, Smith y Floyd se mudaron a California y rebautizaron al grupo con el nombre de The Pearly Gate. Se cuenta que les contrataron para tocar a beneficio de Robert F. Kennedy la noche en que éste fue asesinado. Un tiempo después, volvieron a Texas para retomar el nombre de The Sparkles, y en esa época se les unió Steve Weisberg, quien más tarde sería guitarrista de John Denver. The Sparkles se disolvieron definitivamente en 1972. Floyd volvió a California y se unió al grupo de folk-rock Red Wilder Blue.

The Sparkles - No Friend Of Mine

The Sparkles - Hipsville 29 B. C.

domingo, 12 de febrero de 2012

The Merseybeats

En 1961, en Liverpool, Tony Crane (guitarra solista y voz) formó con Billy Kinsley (bajo y voz) un dúo inspirado en los Everly Brothers al que llamaron The Mavericks. Después de una temporada actuando por pubs de la ciudad, se les unieron David Elias (guitarra rítmica y voz) y Frank Sloane (batería) y cambiaron su nombre por el de The Pacifics hasta que en 1962 decidieron rebautizarse, primero como The Mersey Beats y después como The Merseybeats. Ese mismo año, Elias sería sustituido por Aaron Williams y Sloane, por John Banks.

The Merseybeats son ahora recordados como uno de los mejores cuartetos de la British Invasion, pero, sin embargo, no dieron con la fórmula del éxito que tuvieron otros compañeros de viaje, quizá por no poseer un sonido definitorio que les identificara de forma inequívoca —como ocurría con The Beatles o The Hollies, por ejemplo—, y quizá, también, por no contar con demasiadas composiciones propias en su repertorio. Lo que sí parece claro es que uno de los principales obstáculos en la ascensión de The Merseybeats fue el escaso reconocimiento del que gozaron en el mercado americano.

Banda habitual del legendario Cavern Club a principios de los 60, pueden celebrar haber compartido aquel escenario con The Beatles más que ningún otro grupo y, por otro lado, es muy probable que lamenten haber roto relaciones contractuales con Brian Epstein —con quien firmaron en 1963— por, al parecer, divergencias musicales, aunque hay quien afirma que las disputas tuvieron su origen en el hecho de que Epstein se negara a darles también a ellos los trajes tan estupendos que sí proporcionaba a los Beatles. Ciertamente, la elegancia en el vestir era algo que no se podía pasar por alto en una banda de la época y The Merseybeats hicieron gala durante su carrera de cuidar ese detalle; los trajes entallados y las Chelsea boots se convertirían en su atuendo habitual.

The Merseybeats y otros habitantes de las cavernas en 1963

Gracias al encargado del Cavern Club, consiguieron firmar en el 63 un contrato con Fontana Records. El sello publicaría ese mismo año su primer éxito, el single con los temas It's Love That Really Counts / Fortune Teller, nº 24 en las listas británicas. La primera canción es una magnífica versión del tema firmado por Bacharach/David; la segunda, de Allain Toussaint, es todo un clásico que grabaran desde Benny Spellman hasta The Rolling Stones, Tony Jackson, The Who o Strawberry Alarm Clock, entre otros muchos. Al año siguiente, The Merseybeats verían publicado su segundo single, I Think Of You / Mister Moonlight, que alcanzaría el nº 5 en U. K. y les haría ganar su primer disco de oro. Aún así, eran las caras B de ambos singles las que se ajustaban mejor al verdadero estilo de la banda, que prefería un sonido más cercano al R&B.

A pesar del éxito cosechado en el Reino Unido, ninguno de los singles publicados habían tenido la más mínima repercusión en USA. Para colmo, Billy Kinsley decidió abandonar y formar su propia banda, The Kinsleys. Le sustituiría John Gustafson, ex-Big Three, quien colaboraría en la composición de temas originales. Tras la publicación de un par de singles y EPs más con relativo impacto en las listas nacionales (Don't Turn Around / Really Mystified y Wishin' & Hopin' / Milkman llegaron al nº 13), en Fontana decidieron que había llegado el momento de producir un LP.
The Merseybeats: you can judge a group by listening to their covers

El único álbum original de The Merseybeats se publicó en 1964 y resulta una extraña mezcla de temas originales que van desde el pop-rock del Liverpool de principios de los 60 (Milkman, Really Mystified) hasta el sonido rockero a lo Bo Diddley (Funny Face), con una selección variada de versiones animosas, como Hello Young Lovers o He Will Break Your Heart, a medio tiempo, como Bring It On Home To Me, o lentas, como The Girl That I Marry. En esta reedición (pinchen en la fotografía de la carpeta o aquí) se recoge prácticamente todo el material grabado en estudio por The Merseybeats, incluyendo la magnífica I Stand Accused que también versionaría Elvis Costello en su álbum Get Happy!! (1980).

Tras la publicación del LP, Gustafson dejó la banda y Kinsley volvió a ocupar el puesto que abandonó. El grupo se disolvió a principios de 1966, pero ese mismo año Crane y Kinsley formarían The Merseys. Su gran éxito, Sorrow —versioneado por David Bowie en el LP de versiones Pin Ups (1973)—, alcanzó el nº 4 en U. K.

The Merseybeats - I Stand Accused (1965)

domingo, 5 de febrero de 2012

Tarik y la Fábrica de Colores - On The Radio (1998)



On The Radio. Cover Designer Wanted
Los noventa fueron los años en los que residí, trabajé y estudié en Londres, un periodo ardoroso de nuevas experiencias y sensaciones, de nuevas amistades. Disfruté mucho de aquella ciudad frenética, pionera del entertainment, invirtiendo todo mi tiempo libre, mi dinero y mis energías en ir a conciertos y musicales, al cine y a la ópera, visitar museos y bibliotecas, comprar discos, libros, cómics y tocar con bandas, sobre todo con The Shades, un combo de soul que habíamos formado entre varios amigos.

Pero aquel fue también un periodo musicalmente decepcionante para mí en lo que a la música británica se refiere. La industria nacional, para levantar cabeza —en mi opinión todavía no la ha levantado—, no paraba de inventar grupos, a cual peor. De aquella época me quedo con Super Furry Animals, Teenage Fun Club, algunas canciones de Blur, parte del catálogo de Acid Jazz Records —discográfica para la que, bajo la dirección de Eddie Piller, estuve trabajando durante una temporada— y poco más. Todavía en la primera década del siglo XXI, tanto las compañías discográficas como los medios británicos estaban demasiado obsesionados por revolucionar su music establishment, pero parece que lo único que se les ocurría era producir desesperadamente clones del fenómeno Strokes. Muy pronto nadie se acordará de The Libertines o de The Artic Monkeys, si es que alguien ya los echa en falta.

Por curiosidad, una noche fui a visitar el callejón donde Bowie se hizo la foto para la portada de Ziggy Stardust, en Heddon Street, W1, muy cerca de Regent Street. Desde una ventana llegaba a mis oídos If You Wanna Be My Lover, de Spice Girls, y casi lloré de pena. O de risa, no sé. Me pregunté qué había sido del desparpajo y la perspicacia de los que hizo gala la llamada Invasión Británica y que llevaron a aquellas bandas  a hacer su música sin complejos, compitiendo a gran nivel con lo que llegaba de USA e incluso inspirando a numerosos grupos de garaje del otro lado del Atlántico. Estados Unidos y Reino Unido se retroalimentaron durante la segunda mitad de los 60 para sentar las bases del rock tal como, en su esencia, se entiende aún en la actualidad. Luego vino toda la ola infame de rock progresivo, pero UK todavía sería referencia importante en el asunto, como ocurrió también con el hard rock. El glam rock surgiría con estrépito y hoy se recuerda con rubor, exceptuando las muestras de talento creativo e interpretativo de David Bowie o Brian Eno a mediados de los 70. Años después se interpretaría el punk de NY y Detroit hasta llegar a convertirlo en un fenómeno de tarjeta postal para turistas, pero bandas de indudable talento salieron de todo aquello, por supuesto. En los 80, con tantos aciertos como desaciertos, el sello y la personalidad británicos se abrieron paso alrededor del mundo con discográficas independientes, bandas y solistas de estilos muy diversos, iniciando una especie de segunda invasión británica que, si bien no gozaba del peso y la relevancia de fenómenos como Beatles, Stones, Kinks, Who, Animals, Dave Clark Five, Yardbirds, Manfred Mann, etc., sí consiguieron mantener la industria nacional en cotas de prestigio considerables. Los 90, sin embargo, significaron un batacazo para la música de las islas.

Heddon St., ayer y antes de ayer
Aquel desencanto me llevó a escribir y a tocar la música que me apetecía, sin prestar demasiada atención a las corrientes del momento y menos aún a las que se movían en España, desde donde apenas me llegaban noticias de la escena musical. Uno de los temas que escribí en aquella época fue On The Radio, que cuenta la ruptura de la relación entre dos personas por el éxito y el salto a la fama de una de ellas. La persona que narra la historia pone un día la radio y se sorprende al escuchar en una entrevista la voz de la otra, que le suena ajena y extraña. Aunque el esplendor y la gloria parecen rodear la vida del personaje entrevistado, quien escucha la radio intuye abatimiento y conflicto en su tono de voz.

South Thames College. Aquí empezó todo
La maqueta de On The Radio, junto con algunos temas más, la grabé en el 94, en el South Thames College, donde yo estudiaba por entonces. Hablé con el director del departamento de Música y Tecnología, quien me dio vía libre para que usara el estudio de grabación los sábados, cuando el centro estaba abierto pero no se impartían clases. Con una amabilidad y elegancia exquisitas, aquel hombre me expresó su entusiasmo ante el hecho de que, por primera vez, un estudiante solicitara usar las instalaciones en horas no lectivas para un proyecto personal. Recuerdo las sesiones con mucho cariño; los largos y vacíos pasillos eduardianos, el estudio de grabación, con esa mezcla tan británica de aparatos vetustos y modernos, los profesores, técnicos y personal del centro que acudían, curiosos, atraídos por el estrépito de los amplificadores… Aquella gente me hizo sentir que el proyecto en el que yo estaba involucrado tenía un valor importante, y eso no lo olvidaré nunca.

LGU, ahora llamada London Metropolitan University
Como tampoco olvidaré el interés que Gabi Núñez y Paloma García mostraron por lo que yo estaba haciendo cuando ellos estrenaban sello discográfico en Madrid, El Hombre Tranquilo. En cuanto su aventura empezó a rodar, se pusieron en contacto conmigo para estudiar la posibilidad de publicar un álbum de Tarik y la Fábrica de Colores. A pesar de acabar de recibir el golpe anímico que supuso la muerte de mi padre, trabajar en la música con el objetivo concreto de producir un nuevo disco me reforzaría en lo emocional. Me parece ahora increíble que la mayor parte de nuestras impresiones, de nuestros planes discográficos, se trataran por correo postal. Ciertamente, escribir y recibir cartas era aún en los 90 algo que pertenecía a la rutina diaria. Y no me pregunten de dónde sacaba tiempo para la actividad epistolar, porque ahora no me lo explico. En el 96 ya compaginaba mi trabajo en Acid Jazz Records con las clases en la London Guildhall University; de madrugada trabajaba en un hotel como portero de noche, ocupación que cambié después por la de vigilante nocturno en una empresa de materiales de construcción; los fines de semana pintaba cuadros y retratos por encargo para sacar un dinero extra, y también ensayaba con The Shades o tocábamos en alguna sala cuando surgía la ocasión. Con todo esto, todavía encontraba tiempo para verme con mis amigos y para seguir disfrutando de la oferta de ocio londinense. En clase, algunos días mi aspecto no lucía particularmente fresco, pero yo me repetía con frecuencia aquello de Ya descansarás cuando te mueras.

Los planes con El Hombre Tranquilo sobre la producción de un nuevo disco de Tarik y la Fábrica de Colores (ya habían pasado seis años desde la publicación del primer álbum) seguían avanzando. A las canciones que acompañaban a On The Radio en una maqueta añadí otras que grabé en casa con un radiocasete y algunas más de maquetas antiguas. Tras una selección más o menos coherente del repertorio, pusimos fecha a la grabación, que comenzaría en los ya desaparecidos estudios La Nave de Madrid en un gélido invierno del 97 y acabaría en los Matrix Studios de Londres con las sesiones de cuerda y metales. Con Richard Ley y Juanjo López —batería y guitarra en el álbum, respectivamente— compartiría muchas e impagables horas de conversación entre las sesiones de grabación. Antonio Arias vino desde Granada a grabar el bajo en Do You Wanna Marry Me?, On The Radio y I See A UFO, todo un detalle. Luis Lozano se encargaría de los pianos, órganos y sintetizadores; por cuestiones logísticas de peso, para grabar el Hammond con Leslie hubo que llevar parte del estudio a su casa en la sierra de Madrid, en medio de una nevada espectacular. Mi amigo Robin Buller, saxofonista en The Shades, reunió una orquesta de cuerda y metales para las sesiones en Londres; él mismo tocaría el clarinete. José Luis Rosillo se encargó del sonido en Madrid y Steve Cook hizo lo propio en Londres. De la portada no puedo más que decir que es lamentable, y siento no poder verter aquí toda mi ira contra el diseñador porque la diseñamos Gabi y yo una tarde serena, lo que hace aún más incomprensible el despropósito. Por utilizar una estupenda foto de Diego García cuyo formato no quisimos modificar, el resultado supera en fealdad a las letras con que el grafista remató la portada del primer álbum. Tampoco entenderé qué momento de debilidad espiritual me llevó a dejarme el pelo tan largo y a aparecer de esa guisa en la portada, aunque sí recuerdo que en la escena jazz y soul de Londres, donde solía moverme con asiduidad, era bastante común llevar el pelo largo por aquella época. Cuando llegué el primer día a Acid Jazz Records, me sorprendió que Edie Piller (y, como por mimetismo, muchos de los hombres que allí trabajaban) llevara el pelo casi hasta la mitad de la espalda. Claro que eso no justifica mi aspecto.

Cover Designer Wanted (dead or alive)
Si bien Gabi y yo ya nos conocíamos antes de que me marchara a Inglaterra, fue a partir de On The Radio cuando nuestra amistad se consolidó, con la fortuna añadida de forjar también la que me une con Paloma. Acabada mi andadura por Londres, establecido de nuevo en España, Gabi, Paloma y yo pasábamos tanto tiempo juntos que cuando alguien más me proponía algún compromiso social solía responderle jocosamente con eso de Lo tengo que consultar con mi pareja. La pareja a la que me refería era, obviamente, la que formaban Gabi y Paloma. Como la vida misma, sin embargo, esta amistad ha tenido sus momentos amargos, pero la discordia, una vez superada, no ha hecho sino fortalecer los vínculos.

On The Radio me permitió también vivir un buen número de aventuras y anécdotas con Paco Lamato, Manolo León, Tomás Ramos y Antonio P. Modelo, el grupo que me acompañó durante la gira y promoción del disco —incluido aquel delirante tour por tierras cubanas—. La banda sonaba tan sólida que nuestro concierto en el Espárrago Rock del 98 nos hizo ganar grandes elogios en los medios. Entre el público estaban Los Planetas, que también actuarían en aquella edición del festival, y ese fue el comienzo de otra gran amistad. Al fin y al cabo, la historia de un disco está vinculada a un sinfín de episodios que encierran alegrías y tristezas, amores y desamores, uniones y rupturas, encuentros y desencuentros, compañías y soledades.

La revista Rockdelux incluyó el álbum On The Radio en su lista de los mejores discos del 98. Al año siguiente, On The Radio, la canción, apareció en la misma publicación como una de las 100 mejores de la década.

Que la disfruten.

Tarik y la Fábrica de Colores - On The Radio

sábado, 28 de enero de 2012

The Boys Blue - Take A Heart/You Got What I Want

El llamado freakbeat es un estilo de música desarrollado por grupos de la British Invasion que se formaron entre mediados y finales de los 60, si bien el término sería inventado en los 80 por el periodista musical Phil Smee. En realidad, se trataba de rock garajero de influencia R&B, con unos patrones machacones de batería y riffs de guitarra distorsionada a la que se solían añadir a discreción otros efectos como flanger, phaser, delay, etc. En USA, grupos como The 13th Floor Elevators o The Seeds adoptaron de buen grado ese sonido (sirvan sus respectivas I've Got Levitation y Tripmaker como ejemplos). En UK, el freakbeat estuvo representado por bandas como The Creation, Les Fleur De Lys, The Mark Four y, en especial, por The Sorrows. Estos últimos grabaron en 1965 un álbum, Take A Heart, que puede considerarse paradigma de freakbeat. Las dos canciones más destacadas del LP son, quizá, Take A Heart y You Got What I Want —escritas por el músico inglés Miki Dallon—, dos éxitos relativos que si no llegaron más lejos fue porque se habían adelantado a su tiempo.

Sin embargo, ambos temas ya habían sido grabados antes con maestría por otro grupo británico llamado The Boys Blue, lo que ha llevado a algunos a creer erróneamente que éstos eran una antigua formación embrionaria de The Sorrows. Las canciones quedaron registradas en el único single que The Boys Blue vieron publicado en su efímera carrera, aunque el cantante, Jeff Elroy, grabaría en solitario un sencillo en 1966 como Jeff Elroy and The Boys Blue.


Sorprendentemente, el single de esta oscura banda británica fue publicado por un sello americano, ABC-Paramount.

Que lo disfruten.

The Boys Blue - Take A Heart/You Got What I Want

sábado, 21 de enero de 2012

Etta James, D. E. P.

Ayer, a cinco días de su 74 cumpleaños, murió Etta James, una de las más grandes figuras del R&B. Fue una muerte anunciada: a la artista de Los Angeles se le había diagnosticado una leucemia a principios del 2011, enfermedad que se convirtió en terminal y que se sumó fatalmente a otros problemas de salud como alzhéimer o una infección bacteriana resistente a los antibióticos. Su talento interpretativo y sus afortunados timbre y potencia vocales la convirtieron en una eminencia entre las cantantes de blues moderno. Sin embargo, y a pesar de contar con varias decenas de hits en las listas de R&B, sólo alcanzó la consideración del público mayoritario ya en una etapa tardía de su vida. Su historia es turbadora, con una infancia dura, una adolescencia espinosa y problemas con las drogas, las relaciones de pareja y la justicia. Su descubridor, el músico, productor y cazatalentos Johnny Otis, murió apenas tres días antes que ella.

Etta James nació en Los Angeles el 25 de enero de 1938, cuando su madre tenía tan solo 14 años. Fue bautizada como Jamesetta Hawkins y nunca conocería a su padre, si bien ella llegó a afirmar en alguna ocasión que sospechaba que éste fuera Rudolf "Minnesota Fats" Wanderone, un afamado jugador de billar que inspiró la creación del personaje interpretado por Jackie Gleason en The Hustler (1961) —en España la película fue titulada El buscavidas—. Lejos de los cuidados de su madre, que parecía más implicada en sus sucesivas relaciones de pareja, la pequeña Jamesetta creció con familiares y amigos que se hicieron cargo de ella, especialmente sus abuelos. El abuelo, no obstante, no asumiría precisamente el papel de padre ideal, despertando con frecuencia a la niña a altas horas de la madrugada y obligándola a cantar para sus amigos ebrios. Por entonces, Etta se convertiría en destacada cantante del coro de la iglesia baptista de Saint Paul en Los Angeles, con el que actuaría en programas de radio locales. Con 12 años, tras morir su abuela, su madre se la llevó a San Francisco, donde la adolescente, sin el control de un adulto, flirtearía con un entorno social de delincuencia juvenil. A pesar de ello, la pasión por la música no la abandonaría y, con 14 años, formó con dos amigas un grupo de doo-wop al que dieron el nombre de The Creolettes. Fue entonces cuando conocieron a Johnny Otis, que las vio en una actuación interpretando el picante Roll With Me Henry. Otis hizo que firmaran con Modern Records, cambiaron el nombre original del grupo por el de The Peaches y Roll With Me Henry (rebautizada cándidamente como The Wallflower) sería un éxito en 1955, aunque la canción alcanzó mucha más poularidad gracias a la versión blanda y anodina de Georgia Gibbs. Tras un segundo éxito, Good Rockin' Daddy, las tres jóvenes se separaron y Etta comenzaría entonces su andadura en solitario.


En 1960 firmó un contrato con Chess Records, discográfica para la que estuvo grabando hasta finales de los 70. Su estilo de R&B se fundió donosamente con el jazz y el gospel, y fue en esta época en la que se grabaron éxitos como All I Could Do Was Cry, My Dearest Darling, I Just Want To Make Love To You, I'd Rather Go Blind, Mellow Fellow o Trust In Me. Aún así, este nuevo brillo que experimentó la carrera artística de Etta James se vio ensombrecido por el uso habitual de drogas. A la edad de 21, James era adicta a la heroína y, a finales de los 60, esa adicción ya era un obstáculo grande en su carrera. A eso hay que sumar las desavenencias con sus productores de Chess a la hora de negociar royalties, las numerosas relaciones sentimentales abusivas y la muerte de Leonard Chess, fundador de la discográfica, en 1969, hecho que supuso un duro golpe emocional para ella.

A principios de los 70, incapaz de superar su dependencia de la droga (hábito que, además, le acarreó problemas con la justicia), la trayectoria artística de Etta sufrió un bajón considerable, tan solo enmendado relativamente —después de someterse a un proceso de rehabilitación por orden de un juez— con la publicación en 1973 de un álbum titulado Only A Fool y producido por Gabriel Mekler, a la sazón productor de Janis Joplin. Artistas como Janis Joplin o Rolling Stones ya habían expresado de una u otra manera su admiración por la artista de Los Angeles. El disco, a pesar de ser nominado para los Grammy Awards, no tuvo consecuencias plausibles en las listas, y Etta pasaría la mayor parte de la década grabando para Chess trabajos de enorme calidad pero de escaso éxito y actuando en pequeños clubes y algunos festivales de blues. En 1978, los Rolling Stones la invitaron a abrir sus conciertos en la gira de ese año y poco después firmó un contrato con Warner Bros., compañía para la que grabó el LP Deep In The Night. Si bien el disco no vendió lo esperado, sirvió para recordar al público que Etta James era aún una grande del R&B y que no podía caer en el olvido. Una nueva relación con un consumidor habitual de heroína la llevó otra vez a la adicción, que no volvería a abandonar hasta su paso por el Betty Ford Center en 1988. Ese año firmaría un contrato con Island Records que tendría como consecuencia el álbum Seven Years Itch. Las ventas fueron lo suficientemente buenas como para conducir la carrera de la artista, entonces con 50 años de edad, por buen camino.

En 1994 fue admitida en el Rock and Roll Hall of Fame y grabó para Private Music el disco Mystery Lady: Songs Of Billie Holiday, que le hizo ganar su primer Grammy Award. Para la misma discográfica grabaría ocho álbumes desde entonces hasta el 2003 —año en que publicó su autobiografía Rage to Survive: The Etta James Story—, manteniendo una intensa agenda de conciertos durante esos años. En 2008, Beyoncé interpretó el papel de Etta James en Cadillac Records, una libre versión cinematográfica de la historia de Chess Records. La misma artista cantaría un año más tarde At Last en el baile inaugural de Barack Obama, lo que acabó por desatar la pública aversión de James hacia Beyoncé. En 2010, los problemas de salud comenzarían su serio declive físico hasta ayer, 20 de enero de 2012, cuando su cuerpo no pudo resistir más.

Nos deja un legado grandísimo: una historia vivida apasionadamente y un buen número de generosas grabaciones llenas de emoción y talento para que sigamos disfrutando de su arte. Descanse en paz.

Etta James - Mellow Fellow

sábado, 14 de enero de 2012

Rufus T - Mandy

Hace unas semanas publiqué una entrada en la que contaba la historia de Rufus T y la ciudad oculta de Velvet Suicide. La hoja de promoción de Happy Place Records para el álbum de Rufus T Going Bananas cuenta como Álvaro Tarik (para servirles) conoce a Rufus T en un bar de Madrid, y como surgió el disco que aquel encuentro dio como resultado. No obstante, el último párrafo menciona, sin entrar en detalles, la palabra "humanoides" y algo sobre Mandy, una ex-novia de Rufus T (Mandy se titula una de las canciones de Going Bananas). Este es el contenido de dicha hoja de promoción:

Rufus T 
Going Bananas
 El día que Álvaro Muñoz (Yacentes, Tarik y la Fábrica de Colores) descubrió a Rufus T no parecía anticipar grandes acontecimientos. Álvaro se encontraba frente a aquel Dry Martini,  la mirada perdida en la pared verde y aterciopelada de un temprano José Alfredo, Madrid centro.
Cuando se disponía a abrir una revista gratuita y repasar el muestrario de barbas de los miembros de grupos indies —miembros varones, se entiende—, un sujeto serio y conmovedor llegó hasta su mesa, se sentó frente a él y le dijo “Usted nunca podrá ser indie. A usted, como a mí, la naturaleza no le ha dotado del don de la capilaridad facial”. Era Rufus T y Álvaro no necesitó entonces oír sus canciones, escucharle cantar, leer sus letras para darse cuenta de que estaba ante un gran artista español.
Aquello terminó, acaso empezó, con este Going Bananas, grabado en buena parte en el pequeño estudio que Muñoz tiene en su casa de Madrid y rematado en los estudios Happy Place Records de Sevilla con el inestimable trabajo de Paco Lamato (Tarik y la Fábrica de Colores, Bikini Red). Paco es persona capaz como pocas de  bregar con el arte incendiario de Álvaro y, al mismo tiempo, con la mente irreverente, romántica y atormentada de Rufus T.
De tal barbilampiña reunión surgió Going Bananas, disco concebido por el bien de la humanidad, lleno de soberbias melodías (Happy Fran, Parallel Lives), exquisitos textos (Beggar In The Street), rabia (Andalusians), belleza (Mandy, Ballerina) y sarcasmo (I Was About To Become A R’n’R Star, Bigger Than You). Going Bananas es una revisión blanca, negra y amarilla de la historia de la música popular, un remolino de insectos y margaritas, un plátano-bomba.
Después está todo eso de los humanoides, la historia de una ex-novia, Mandy, la ciudad secreta de Velvet Suicide y lo de la conjura por el bien de la humanidad, pero esa es otra historia y, como tal, merece un capítulo aparte porque también es muy hermosa.

Lo de los humanoides quedó ya explicado en aquella entrada, cuando apenas este blog acababa de arrancar, así como la historia de Velvet Suicide. Queda, pues, por contar la historia de Rufus T y Mandy:
Por una asombrosa casualidad del destino, la chica de la que Rufus T se enamoró resultó ser también una humanoide (¿aquella atracción mutua es acaso achacable a la condición de no humanos que ambos compartían sin saberlo?). Ninguno de los dos conocía este hecho mientras duró la relación, pero fue Mandy quien primero descubrió su origen, lo que la llevó a separarse amargamente de su amado sin revelarle este hallazgo, creyendo que él era humano. Mandy se alejó en un tren que nunca tomaría de vuelta, haciendo a Rufus sospechar que la mujer de su vida había encontrado a otro hombre que le daría algo más que "amor y canciones de jazz", en sus propias palabras.
Ocurriría apenas un par de años después que Rufus también descubriría con horror su génesis y, en medio de una angustiosa depresión, descifraría la fatal coincidencia a partir de unas misteriosas palabras que Mandy le dijo antes de marchar: "Mi alma es sólo un truco virtual".
Rufus T escribió dos canciones a Mandy —en realidad, una misma música con dos letras diferentes—. En la primera, creyéndose aún humano, antes de haber encontrado todas las respuestas, se limita a lamentar con amargura la marcha de su amada, concluyendo que si no se embarca en una búsqueda que lo lleve hasta ella es por temor a encontrarla en los brazos de otro hombre. Esta versión es la que se incluye en Going Bananas. La letra, en inglés (ya ven que los humanoides tampoco tienen prejuicios absurdos con lo de escribir en inglés o en español), dice:
            Mandy, well I still can remember
            You walked limping by the platform
            Pulling your case, wearing your high-heeled shoes

            Sadly, they say you’ve found somebody
            Well I mean that would be great for you
            I only gave you love and jazzy tunes

            Day after day I come and wait
            I still believe that you’ll get back
            Is that your train, babe?
            I wish it were
            Cos I can hardly stand it, cos I can hardly stand it

            Mandy, I stumble through the station
            My heart claims for compensation
            But only gets stubs of silent dark

            Should I have pilgrimaged to your eyes
            And show you how wet always mine were?
            But never dared to see you in someone else’s arms

La segunda versión, registrada en una maqueta (pinchen en el enlace de abajo), la escribe después de averiguar que tanto Mandy como él son humanoides y que ella se fue tras descubrir sólo la mitad de la realidad:

            Mandy, realmente no es extraño
            Que no cambie con los años
            Es algo que tenemos en común

            Ahora no sé por qué persiste
            Todo el daño que me hiciste
            Quizá sea un fallo en la programación

            Sé desde hoy qué es lo que soy
            Pero he tardado en darme cuenta
            Un monstruo artificial y nada más
            Lo acabo de entender, lo acabo de entender

            Mandy, con el paso del tiempo
            Yo también he descubierto
            Que mi alma es sólo un truco virtual

            Sé desde hoy qué es lo que soy
            Pero he tardado en darme cuenta
            Un monstruo artificial y nada más
            Lo acabo de entender, lo acabo de entender
            Y he de reconocer que

            Quise haberme convertido
            Como un infiel arrepentido
            Pero no tengo dios a quien rezar


Quién sabe, quizá a alguno de nosotros nos pase un día lo que a Rufus y a Mandy. Si así ocurre, nos vemos en Velvet Suicide.

Disfruten.