La música pop española tiene episodios de luz que bien pueden usarse para contrarrestar los argumentos de aquellos que prefieren hurgar más en las sombras. Es verdad que, desde que tengo uso de razón, nuestro catálogo fonográfico patrio se ha visto salpicado con demasiada frecuencia de intérpretes y labores que deberían ruborizar hasta al consumidor más despreocupado, y que, peor aún, muchos de estos artistas y sus desatinos musicales han pasado como grandes proezas a través de público y —sí— crítica. Pero hay una evidencia para avalar la inexplicable buena salud de la escena musical de los 60 en una España enferma de dictadura, moral ultracatólica y represión: Los Brincos.
En realidad, todo empezó a mediados de los 50 y en esto hay que reconocer el mérito de unos universitarios educados en familias burguesas de los barrios bien de Madrid que, desafiando la iracunda reacción de sus padres ante la mera imagen de una guitarra, aunque fuera española, no se resistieron al encanto de las brisas de rock 'n' roll que se filtraban por nuestras fronteras. El relativo éxito de una aventura musical que vino a llamarse Los Estudiantes no cuajó hasta 1959, cuando Fernando Arbex, que entonces tenía 18 años, logró incorporarse a la banda como batería. Entre 1959 y 1964, Los Estudiantes grabaron tres EPs para Philips que les acreditan como el grupo pionero del rock 'n' roll español por excelencia, pero la fatídica muerte de Luis Arbex, hermano de Fernando que se había unido con él a la formación definitiva, puso punto y final a su historia.
La visión comercial de Luis Sartorius, otro ex-miembro de Los Estudiantes, resultó ser el complemento ideal al entusiasmo rockero de Fernando Arbex. Sartorius, ahora como director artístico de Philips, maduraba la idea de unos Beatles españoles con porte hispánico que hiciera más digerible la influencia de la British Invasion en nuestro territorio. Y Fernando no tardó en encontrar un socio en Juan Pardo, ex-cantante de Los Pekenikes, feroz competencia de Los Estudiantes en el pasado y que acabarían apadrinando en España el rock instrumental al estilo de The Shadows o The Ventures. Un contacto llevó a otro, y el siguiente miembro en unirse al combo, Antonio Morales 'Junior', venía también de cantar en Los Pekenikes. Por último, el puesto de bajista lo ocupó Manuel González, ex-miembro de The Blue Shadows cuyo nombre ya se había barajado antes como posible sustituto de Luis Arbex en el caso de que Los Estudiantes hubieran seguido existiendo. Cuando parecía que todos estaban de acuerdo en adoptar el nombre de "Las Ovejas Negras", llegó Rosa, hermana de Fernando, con el de "Los Brincos". La intuición femenina dio con un nombre más adecuado, que incluso podría tener proyección internacional, algo que Sartorius no descartaba en un proyecto con imagen, talento y un envidiable conocimiento del pop, el rock y el R&B que llegaban de América y Reino Unido.
Luis Sartorius facilitó los contactos con Decca, representada en España por Columbia, y con Novola, una división de Zafiro con la que finalmente decidieron firmar. En Novola, como así sugería su nombre, apostaban por la nueva ola nacional (el término ya se había acuñado entonces) y eso inspiraba confianza en la banda. En aquella época, los beneficios significativos de las discográficas eran generados por el catálogo extranjero, por lo que no se solía invertir mucho en producto español, pero la recién creada compañía sí estaba por la labor. Sin embargo, Luis Sartorius no llegaría a ver materializada su idea, ya que falleció en un accidente de coche antes de que Los Brincos grabaran siquiera su primer single. Un segundo varapalo emocional que, sumado a la muerte del hermano de Fernando, pudo haber sido un obstáculo serio en el desarrollo del proyecto si no fuera porque la maquinaria de Los Brincos se había puesto ya en marcha inexorablemente. Y el combustible de aquel motor lo ponía el talento de cuatro jóvenes cargados de energía.
Apareció oportunamente la figura de Maryní Callejo, una mujer en un mundo de hombres que figuraba ya entre los tres productores más importantes del país junto a Alain Milhaud y Rafael Trabuchelli. Callejo, que trabajaba como directora artística y arreglista en Zafiro, fue la productora de Los Brincos, supervisando los arreglos y las grabaciones, y poniendo un poco de ortodoxia allá donde surgía algún desafine. La banda siempre quiso estar al mando de su repertorio y su estilo, pero la dirección y el trabajo de Maryní fueron respetados en todo momento. Nunca aceptaron, no obstante, ser sustituidos por músicos de sesión en el estudio, algo que entonces solía ser imposición de las discográficas. Además, su sonido era simple y directo, apenas las voces, guitarras, bajo, batería y arreglos puntuales de órgano o piano. En cuanto a la imagen, se pretendía crear un equivalente español a The Beatles, para lo que se echó mano de algunos elementos añadidos —quizá de manera un tanto afectada— como las capas y los zapatos con cascabeles. No sé, empero, qué relación tienen los zapatos con cascabeles con rasgo alguno definitorio de lo español ni a quien culpar de aquella extravagancia innecesaria, pero, en cualquier caso, el atavío no se usó demasiado tiempo y, afortunadamente, no caló en las inquietudes modernas de la juventud española.
Jóvenes, ¿a qué tuna pertenecen? |
Antes del lanzamiento del primer LP, Novola fue desgranando parte de su contenido con la publicación de una serie de singles y EPs donde aparecían canciones como Flamenco, que llegó a ser nº 1 en las listas nacionales, o Dance The Pulga, un tema de Los Estudiantes rescatado con acierto para Los Brincos. La promoción incluía un reportaje para TVE titulado Así se forma un conjunto, que registraba el nacimiento del grupo y ponía de manifiesto, una vez más, la inspiración que Fernando Arbex y sus compañeros encontraron en el cuarteto de Liverpool y las producciones de Brian Epstein. A finales de 1964 se publicó Los Brincos, orgullo del pop español que arranca con la rabiosa Dance The Pulga y alterna grandes baladas como Nila o Cry con maravillas merseybeat a medio tiempo como I'm Not Bad o I Can't Make It, y también con trallazos garajeros como What's The Matter With You o Shag It. Además, el éxito Flamenco y Bye Bye Chiquilla añaden un extra de chulería y desvergüenza juveniles a una obra que cambia de velocidad cuando llega el momento de mostrar un registro más dulce con la misma audacia con la que irrumpe de nuevo en ataques eléctricos y gritos descarnados. Comercialmente, el disco funcionó de maravilla, lo que despertó el entusiasmo de otras compañías por el producto español, como ocurrió con Columbia, que fichó a Los Bravos, o con Barclay lanzando a Los Canarios.
Looking back on those days |
El segundo álbum de Los Brincos (al que ahora se suele llamar Los Brincos II, pero que, en realidad, se llamó a la sazón igual que el primero, Los Brincos) se grabó en Milán, buscando una mayor calidad de sonido que permitiera al grupo competir en el mercado internacional. Novola lo publicó en 1966, después de adelantos en forma de singles y EPs, como hiciera con el primer LP. Para evitar hablar aquí de estupideces como evolución o madurez, sólo diré que el segundo disco de Los Brincos arranca con una de las mejores canciones firmadas por un grupo español jamás, y que su sonido, su progresión de acordes y sus armonías vocales demostraban que el debut discográfico de 1964 no les había dejado sin ideas. Mejor es una canción perfecta, una de esas gemas que aparecen una vez cada muchos años y que quedan registradas como banda sonora en las vidas de toda una generación de almas. Le acompañan otras maravillas como Lo Que Yo Quiero, Tú Me Dijiste Adiós, Piccole Cose, Sola, Tú En Mí o Borracho, que, como Mejor, llegó a ser nº 1.
Sin embargo, la conquista del mercado internacional no llegaría, a pesar de los esfuerzos por conseguirlo. El grupo graba sus temas más exitosos en italiano y francés, además de las canciones originales en inglés de su repertorio, pero apenas logran algunas menciones en medios especializados. En el ámbito nacional, aún habiendo abierto un nuevo escenario en el paisaje del pop nacional, desatando pasiones como nunca antes había ocurrido, no alcanzaron nunca el nivel de popularidad de Los Bravos, quienes incluso llegaron a tener un nº 2 en UK y nº 4 en USA con Black Is Black, en 1966. Además, su actitud un tanto despreocupada con los fans y el inusual ruido que solían exhibir en sus conciertos les hicieron ganarse críticas negativas entre un público y unos medios que no estaban acostumbrados a semejante jactancia punk.
El punto de inflexión que separa las dos épocas de Los Brincos estuvo marcado por la competencia interna entre Juan Pardo y Fernando Arbex, dos líderes con tendencia a rivalizar. Pardo, viendo que Arbex no estaba dispuesto a abandonar el grupo y que tampoco era posible disolver la formación para seguir usando el nombre de Los Brincos sin el consentimiento de todos los miembros originales —como la autoría de las canciones, el nombre era propiedad de todos ellos—, encontró en Junior un compañero de viaje con el que emprender una nueva aventura a la que llamaron Juan & Junior. Tras la marcha de ambos, Fernando llamó a Vicente Ramírez y Ricky Morales, hermano de Junior, para ocupar sus puestos. Con la nueva formación grabaron un LP en Londres que, bajo el título de Contrabando, Novola publicó en 1968. El álbum contiene algunos momentos brillantes, como El Pasaporte, The Train —construido alrededor de un riff de guitarra claramente (descaradamente) inspirado en el de Substitute, de The Who— o Nadie Te Quiere Ya. El tema estrella, sin embargo, sería Lola, el último nº 1 de Los Brincos.
En 1970, Novola aún publicaría un LP más, grabado también en Londres: Mundo, Demonio y Carne, un álbum en el que Fernando Arbex puso todo su entusiasmo y en el que se pretendía dar un giro a la música de la banda hacia terrenos progresivos y psicodélicos, en unos tiempos en los que el sonido beat ya se veía como algo del pasado. Se grabó también una edición especial íntegramente en inglés, pensando en la posibilidad de una acogida positiva en el mercado internacional. En España, no obstante, no se entendió el cambio de estilo de un grupo que tenía al público acostumbrado a otro tipo de canciones. Consecuentemente, el disco supuso un descalabro comercial y ese fue el final de la carrera de Los Brincos.
Fernando Arbex continuaría con su incansable dedicación a la música, formando dos grupos importantes en la escena nacional de los 70: Alacrán y Barrabás. Este último obtuvo un significativo reconocimiento internacional, especialmente en USA, Canadá y Alemania.
Fernando falleció el 5 de julio de 2003 a la edad de 62 años.
Los Brincos - Mejor (1966)
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